La cara B de la evolución del empleo, que lo ha llevado a rozar la cifra histórica de los 21 millones de ocupados el mes pasado, tiene que ver con la decreciente calidad de los puestos de trabajo que el mercado laboral español genera. Hasta el punto de que las más recientes estadísticas de Trabajo y de la Seguridad Social ponen de manifiesto que el 80% de los nuevos contratos firmados el mes pasado fueron o bien temporales, o a tiempo parcial o correspondieron a los polémicos trabajadores fijos discontinuos (cuyos ingresos provienen, durante parte del año, del cobro de la prestación por desempleo).
Todas estas modalidades merecen calificarse, sin ambages, como vinculaciones laborales «precarias», tal y como ponen de manifiesto los integrantes del equipo del vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo. Desde Génova invitan en consecuencia a poner en cuarentena la abultada cifra de los 1,13 millones de contratos firmados en marzo, un mes además muy marcado este año por el efecto Semana Santa.
De ellos, casi 619.000 son temporales; 124.100 corresponden a la categoría de tiempo parcial y cerca de 159.000 pertenecen a fijos discontinuos. La suma de todos ellos eleva el peso porcentual de la precariedad sobre el conjunto de nuevas contrataciones al mencionado 80%, una proporción en aumento desde que entró en vigor la reforma laboral aprobada en 2021, con acuerdo del Gobierno y los agentes sociales.
Es cierto que seguir la evolución en el tiempo de esta variable resulta extremadamente difícil, considerando la falta de claridad del Gobierno (y de las comunidades autónomas) sobre datos tan decisivos como el número exacto de fijos discontinuos que se inscriben en una oficina del Servicio Público de Empleo, por estar inactivos, y no cuentan oficialmente como parados.
Avance superior al 20%
Ahora bien, las estimaciones de elEconomista.es, en las que se consideran los cálculos de organismos privados como Fedea o Randstad, sitúan ese cómputo en 700.000 personas, después de crecer en 2023 a un ritmo interanual superior al 20%.
Tan marcada aceleración compensa con creces el indudable decrecimiento que la contratación temporal stricto sensu experimenta en España, y estropea el cómputo global.
Todo ello pese a que el mes pasado se firmaron un 11,5% menos de contratos temporales que hace un año, lo que supone la menor cifra (618.595) registrada en marzo desde finales de la década de los noventa.
Ahora bien, este descenso tampoco evita que los contratos temporales constituyan el 55% del total de los documentos de este tipo que se firmaron el mes pasado.
Vaivenes en los indefinidos
Es necesario también considerar los vaivenes que muestra la evolución de los contratos indefinidos en España. Estos últimos sumaron 504.893 (un 44,94% del total), cifra que es un 18% inferior a la propia de un año antes, y que implica un 1% menos que en febrero del presente ejercicio.
Por otro lado, el tipo de contrato más frecuente de contrato inicial sigue siendo una modalidad temporal: la justificada por circunstancias de la producción, que supone el 41,9% del total de los firmados.
Supera el 39,6% de los indefinidos iniciales, aunque más de un tercio de estos eran fijos discontinuos. Si sumamos las conversiones, los indefinidos llegan al 42,6% del total de los contratos suscritos en 2023.
Más allá de la creación de empleo y la afiliación, el Gobierno también publicó la estadística de desempleo propia del mes en el que este año se celebró la Semana Santa. El paro registrado, por su parte, descendió en 33.405 personas ese mes hasta los 2,7 millones de personas y, aunque se mantiene en mínimos propios del año 2008, la evolución muestra un cierto parón desde mediados del año pasado.
En consecuencia, no logra descender hasta la cota de los 2,6 millones que alcanzó en junio y julio del año pasado. El retroceso propio de marzo pasado se queda también por debajo del registrado un año atrás, cuando el número de personas en búsqueda de trabajo que contabiliza el Sepe disminuyó en 48.755 personas, pero está por encima del de 2022 (2.921 parados menos), tras iniciar Rusia la guerra en Ucrania.
El efecto de las celebraciones de la Semana Santa, y el propio del pistoletazo de salida hacia la inauguración de la temporada de vacaciones estivales, en la caída del paro se aprecia si se atiende a la escala desestacionalizada (la que corrige los efectos de calendario), ya que esta marca un aumento de desempleo en 11.900 personas.
La disminución del desempleo estuvo impulsada especialmente por el sector servicios. En concreto, el desempleo se redujo en los cuatro sectores principales: en Servicios, en 31.294 personas (1,58% menos), en Industria en 2.055 (0,96% menos), en Agricultura en 1.502 personas (1,52% menos) y en la Construcción en 333 personas (0,16% a la baja).
Sólo aumentó el desempleo en el colectivo sin empleo anterior, donde 1.779 personas (0,7%) se apuntaron al SEPE.